Pasos en dirección a la fe
EuropaMuchas veces en la Biblia, vemos a Jesús relacionándose con la gente durante las comidas. Ahora que estoy viviendo entre gente secular, siempre me sorprende cómo el simple hecho de invitar a mis amigos españoles a comer en mi casa puede producir una conversación y una relación más profunda. En una cultura y una visión del mundo tan empantanadas en la apatía espiritual, me parece increíble lo que una simple olla de chile y una taza de té pueden hacer para derribar muros.
A principios de este año, invité a mi amiga española Cleo a comer y, aunque habíamos sido verdaderas amigas durante un tiempo, nunca habíamos conseguido hablar de nada mucho más profundo que de nuestras bandas de chicos favoritas. Cuando oí sonar el timbre, susurré una oración rápida y desesperada para que aquella conversación fuera diferente. Antes incluso de que hubiéramos terminado de preparar la comida, el Señor ya había respondido a esa oración. Nuestra conversación rebotó entre la historia del cristianismo en España y el testimonio personal, pero lo que más me impactó fue cuando, en medio de la conversación, Cleo dijo: «Para mí es más fácil estar enfadada con Dios, que confiar en Él».
Esto habla mucho de la vida de los españoles seculares: esta declaración de ira y desconfianza hacia Dios se sintió como una gran victoria en el camino de Cleo. Por primera vez, expresaba una opinión real, marcada por una emoción genuina, sobre Dios y su carácter. Había bajado sus defensas lo suficiente como para admitir que su apatía era un muro que había levantado a causa de heridas pasadas en su vida, y no por una auténtica indiferencia hacia el Señor.
A lo largo de la conversación, Cleo y yo pudimos charlar un poco más sobre lo que dice la Biblia acerca de Jesús y su carácter, y sobre cómo se le llama a Dios nuestro Padre Bueno. Y aunque las opiniones de Cleo no cambiaron inmediatamente tras la conversación, me impresionó el hecho de que, en lugar de su habitual apatía hacia la fe, tuvo un momento en el que sintió que Dios era lo suficientemente grande como para enfadarse con él. Y eso es algo que conviene celebrar.
Trabajar rodeado de personas seculares a menudo me ha hecho redefinir lo que considero una «victoria» en el ministerio. Cuando un español secular empieza a pasar de la apatía total a la curiosidad por el Señor, aunque solo sea para cuestionar su carácter, eso es realmente una parte muy importante y significativa de su camino. He aprendido a honrar el proceso por el cual la gente da pasos en dirección a la fe.
Aunque Cleo todavía oscila entre la apatía espiritual y la curiosidad, vivo con la fe de que, con el tiempo, Jesús puede transformar esos momentos de curiosidad en una necesidad de buscarle, y esa necesidad en un deseo de seguirle. Y yo continuaré siguiendo Su ejemplo, honrando los pequeños pasos hacia la fe, y aprovechando una conversación y una comida a la vez.