El arquitecto Brandon Dake se inscribió para su primer viaje misionero con James River Church (Ozark, MO). El objetivo de este viaje de Constructores Internacionales era levantar un edificio para una iglesia al lado del río Amazonas en Brasil. Brandon tenía la construcción en mente. Sin embargo, al llegar, la gente que vivía allí capturó rápidamente su atención y su corazón, especialmente los niños.

Cuando el equipo comenzó a construir la iglesia, los niños curiosos de la comunidad comenzaron a entrar y mirar. Interactuaron y hablaron con Brandon y el equipo. Sin embargo, había una niña que no decía una palabra. Su nombre era Laura. Sus hermanos le informaron al equipo que la niña de tres años podía hablar, pero que era terriblemente tímida y se negaba a decir nada. Brandon repartió caramelos a los niños y, cuando Laura aceptó tímidamente un caramelo, ¡al instante capturó su corazón!

En la última noche que el equipo pasaría en la jungla, hubo un servicio de dedicación para el nuevo edificio de la iglesia. El pastor había ido de puerta en puerta invitando a los miembros de la comunidad a asistir al servicio. ¡Solo había espacio suficiente para estar de pie! La pequeña Laura estaba entre los asistentes, junto con su hermano, hermana, prima y abuela.

Durante el servicio, Laura gateó de regazo en regazo. Finalmente se acercó a donde estaba Brandon y estiró sus brazos hacia él. Brandon la tomó con cariño en sus brazos. Laura se acomodó en su regazo, apoyó la cabeza en su hombro y pronto estuvo durmiendo plácidamente. Debido a que el calor y la humedad son sofocantes en la jungla brasileña, Brandon comenzó a sudar mientras Laura dormía la siesta en su hombro. Cada miembro de la familia se ofreció a llevarse a Laura de regreso, pero cada vez Brandon dijo: “Está bien, me quedaré con ella por ahora”.

Se hizo un llamado al altar al final del servicio. El líder del equipo de misiones pidió a los miembros del equipo que pasaran al frente y oraran por los de la congregación. Brandon consideró avanzar para orar por los demás, pero sintió que Dios le decía: “¡QUÉDATE SENTADO!”

Uno por uno, vio a los miembros de la familia de Laura avanzar para orar. Al quedarse, Brandon permitió que los miembros de la familia de Laura siguieran adelante para lo que posiblemente fuera su primer encuentro de oración. Después del poderoso tiempo de oración, la pequeña Laura levantó su cabeza cubierta de sudor y le regaló a Brandon una gran sonrisa. Sabía que estaba en el lugar correcto en el momento correcto y había sido obediente a la inspiración de Dios.

Brandon fue a este viaje misionero con la construcción en mente, pero Dios tenía otra tarea para él. ¡Solo el cielo sabe el impacto que Brandon hizo esa noche a lo largo del Amazonas!